Photo by Resurrection Fest

Hace unas pocas semanas, un vecino de Celeiro escribió en el Heraldo de Vivero, a propósito de la celebración del Resurrection Fest en la villa marinera. En dicho artículo mostraba una queja mayúscula, la cual tiene todo derecho a expresar y dar a conocer. Sin embargo, mi punto de vista es diferente. Entiendo su postura, porque escuchar una música que no te gusta durante un continuado período de tiempo es una sensación desagradable. Es más, es una técnica utilizada en Guantánamo como instrumento de tortura a los allí prisioneros.

Así pues, sin considerarme dueño de la verdad, sí que me gustaría escribir sobre lo que considero un error de percepción. Partiendo de la base de que los promotores no son ni una ONG, ni tienen un contrato firmado por el cual tengan que anteponer el servicio público a sus intereses personales, decir que tenemos que estar felices de que el evento se celebre en A Mariña.

Lo primero porque es un ejemplo de civismo. Cada año, el festival destaca por la ausencia de incidencias, dando un ejemplo de convivencia entre los asistentes y los habitantes del pueblo.

Lo segundo porque, pese a quien le pese, nos está situando en el mapa. Hablo por propia experiencia. No hace muchos años, cuándo uno viajaba por la península, tener que explicar dónde estaba ´la ciudad del Landro´ era una tarea harto complicada. Sí, la Semana Santa es muy importante. Nadie lo cuestiona, pero sinceramente no es comparable a lo que hoy en día aporta a la marca Viveiro el propio Resu.

Lo tercero porque deberíamos estar orgullosos de que dos de los emprendedores más respetados en el panorama musical, sean paisanos. Jóvenes que han creado un evento que congrega cada año a miles de personas y que además, son codiciados por distintos ayuntamientos y autoridades para clonar su caso de éxito. El estigma de que todo nació bajo el amparo del ayuntamiento debería ser ya una herida cicatrizada por parte del contribuyente.

  • pese a quien le pese, nos está situando en el mapa

Y sí, estoy con el vecino de Celeiro en que tienen muchas cosas a mejorar. Seguramente haya motivos para decir que las ganancias no están del todo distribuidas o que se podrían planificar actividades que generasen más riqueza para el ciudadano.

Pero no se nos debe olvidar una cosa. El Resurrection es una empresa. Una empresa que debe pagar por anticipado los enormes cachés de las bandas para competir con multinacionales y fondos de inversión que tienen mayor poder de negociación. Una empresa que debe pagar cotizaciones sociales a los cientos de empleados que realizan sus tareas de forma profesional (ya he mostrado mi opinión en que la forma de actuar de los vigilantes de seguridad en los conciertos de Hardcore no es la mejor, pero entendiendo que ellos simplemente reciben órdenes). Una empresa que sabe que si quiere dar un paso más, Viveiro se le queda pequeño desde hace años por temas logísticos, pero que, pese a ello, sigue manteniendo la localización edición tras edición (saben que es su factor diferencial en el mercado).

Lo ideal sería que todos ganasen. Y por eso es muy importante que existan voces críticas que aporten ideas constructivas que ayuden a mejorar. Los promotores estoy convencido que las escucharán, pero siempre respetando la máxima de que están para ganar dinero. El amor al arte hace tiempo que quedo atrás en el Resu.

 

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