Elena refleja el auténtico espíritu del rock and roll. Amor a la música y actitud fuera de serie. Por ello, consideramos oportuno intercambiar impresiones con ella a raíz de su nuevo trabajo con CURLY MANE.
-Me ha llamado la atención a que sigues cantanto en inglés en esta nueva etapa.
Sinceramente es algo que va en mí. No me importaría cantar en otros idiomas con otras bandas o colaboraciones, pero me siento mucho más cómoda cantando en inglés que en castellano.
Además, hay que considerar que parte de mi público está en Europa y así puedes llegarles mejor.
-Lo hiciste entonces también pensando en abarcar a un público más amplio.
Pues sí, con la idea de conectar con más personas. Sinceramente lo de cantar en la lengua de Cervantes es algo que tengo pendiente, lo reconozco.
-Claro, te lo comento porque me imagino que cuando uno comienza una nueva formación se replantea fórmulas ya exploradas. Y en ese sentido vi que lo tenías claro. Por otra parte sí que percibo ahora un lado más salvaje en tu música, recordándome incluso a Motörhead.
Pues lo cierto es que sí. No sé si salvaje es el adjetivo que mejor lo describe, pero sí. Quizá yo lo denominaría puro o punkie. Claro, cuando empiezas a trabajar con nueva gente, tienes que encontrar puntos en común. Y en este caso el macarreo de Motörhead nos unió.
-¿Ha ido surgiendo está vena más cañera a medida que ibais componiendo?
En cierta manera, sí. Hablábamos de cómo queríamos que fueran las cosas. Y en el caso de Motörhead siempre estuvo presente como referencia. Luego, lógicamente hay que plasmarlo.
cuando empiezas a trabajar con nueva gente, tienes que encontrar puntos en común
-He leído entrevistas en las que hablabas que tras el adiós con Lizzies sentías la necesidad de seguir en la música. ¿Es el rock and roll un amor para toda la vida?
Es mi vida, mi pasión. Desde que era muy joven que descubrí a ciertas bandas tuve claro que quería estar en esto. Ya con Lizzies hubo momentos duros que a lo mejor las cosas no salían como uno quería, pero seguíamos hacia adelante. Empecé con Lizzies a los dieciséis años. Imagínate. En plena adolescencia. Por ello que pasé un duelo tras la separación del grupo. Lo que me daba todo ya no estaba. Sin embargo quería seguir cantando. Lo tenía claro.
-Me estoy encontrando ahora con dos tipos de situaciones. Las bandas que empezáis ahora en plena pandemia y las que llevan tiempo y tenían depositadas sus esperanzas en el año 2020. Y claro, se nota que las que empezáis tenéis más ilusión.
Agradezco que me digas esto. Es una reflexión de la que yo no era consciente. Yo lo que pienso es que esto no puede parar. Hay que ir a muerte. Hacia adelante. Pase lo que pase. Hay que reinventarse. Es guay que me lo digas.
–Estoy generalizando, pero sí, se nota la ilusión del que comienza y el pesimismo del que tenía planes y se le chafaron. Vosotros incluso ya tenéis bolos programados, ¿verdad?
Sí. El uno de mayo tenemos una fecha cerrada. En la Moby Dick de Madrid presentaremos el nuevo trabajo. En formato acústico, eso sí.
-Y ya para finalizar, una de vuestras canciones precisamente se titula ´2020´. ¿Crees que es un año que supondrá un punto de inflexión en la industria?
¡Ostras!. Pues el caso es que, desde mi punto romántico, sí que tiene que ser como antes. No debería perderse el contacto entre personas en un concierto, el estar al lado uno del otro. Lo de la mascarilla es un reflejo del cambio de paradigma. Están intentando cargarse los vínculos de las personas.
Sí, claro que hay que tomar medidas contra la pandemia. Pero no creo que las cosas vuelvan a ser como antes. Los conciertos mutarán, seguro.
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