El ser humano es morboso por naturaleza. Si no, cómo explicar que el documental sobre Alcàsser sea de los más visualizados en la plataforma Netflix. Por ello no es de extrañar que exista un caluroso debate sobre si se va a celebrar el RESURRECTION FEST este año o no.


Este virus nos ha pillado con el pie cambiado. Ha roto nuestra visión de futuro, y entre lágrimas, está generando una nueva realidad.

La cultura reivindica su papel ante el menosprecio de las autoridades. Y es que hay gente que vive de ello. Y conseguir monetizar en tiempos de plataformas de Streaming y Redes Sociales no es moco de pavo. Tiene mucho mérito.

Por ello entiendo a Guille Galván, componente del grupo VETUSTA MORLA, cuando indicaba desde su cuenta de Twitter que ´la realidad que tenemos delante como sector cultural nos puede hacer ver que generar y regalar ´contenidos´ gratuitamente no es la mejor opción para tener cierto reconocimiento en la sociedad´.


photo by RESURRECTION FEST

También comprendo a LUZ CASAL, que en una emisora de radio reconoció que no se sentía con fuerzas para generar nuevas canciones y prefería hacer llamadas telefónicas a aquellos que necesitan hablar para desahogar sus penas.

Y por supuesto veo lógicas las quejas de la organización del Hellfest contra su aseguradora a través de un comunicado público en su web ´nuestra querida compañía de seguros muestra a quienes aún lo dudaban, que es más fácil pagar las primas del contrato en lugar de obtener una compensación por los daños que supuestamente están cubiertos: ALBINGIA nos comunicó que este “tipo” de pandemia no estaba dentro de los términos de nuestra póliza de seguro´.



Ya escribí hace unas semanas que en el juego tendría un papel destacado las cláusulas de Seguros. Pero una vez descartado que una póliza de este tipo de eventos se haga cargo de la factura, la pregunta sigue siendo ¿quién va a pagar la fiesta?


Ahora nos dicen desde la prensa generalista que tendrá un rol determinante el Gobierno. Desconozco hasta que punto un decreto puede liberar de gastos a una promotora de conciertos. No tengo información de si este hecho supondría la exención de pagar el caché a los artistas, la devolución de los adelantos dados, una compensación económica por daños y perjuicios o mayor probabilidad de aplazamiento del evento. No lo sé.

la pregunta sigue siendo ¿quién va a pagar la fiesta?

De lo que no me cabe duda es de nos quedan unos meses de mensajes tipo apoya la escena y no devuelvas el importe de la entrada. Y no digo que sea una campaña mala, para nada. Quizá sea la única decisión que esté en nuestra mano.

Pulgar hacia arriba sobre lo que queremos que siga como antes y pulgar hacia abajo sobre lo que enviamos a los leones. La fuerza del pueblo cobra especial importancia en el futuro. Lecciones de una crisis no anunciada.


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